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¿Por qué los creyentes se enojan con Dios cuando las cosas no salen bien?

  • faithdrivenjourney
  • 6 ago
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 11 nov

Hombre sentado con manos en la cabeza, parece preocupado. Lleva ropa oscura. Fondo con estantería borrosa y luz tenue.

A fin de conectar con mis lectores, hice una encuesta en Instagram en la cual invité a las personas a compartir una pregunta que tuvieran sobre la fe y el estilo de vida cristiano. Unos minutos después de haber publicado la encuesta, una persona envió la siguiente pregunta: “Si los creyentes dicen que Dios es Todopoderoso, ¿por qué se enojan con Él cuando las cosas no salen bien?”. Sinceramente, no esperaba una pregunta como esta.


Luego de leerla tres veces, me hice la misma pregunta: “¿Por qué te enojas con Dios cuando las cosas no salen bien?”. La mayoría de nosotros hemos experimentado algún tipo de resentimiento, enojo o malestar con Dios cuando enfrentamos momentos difíciles en la vida. Entonces, ¿por qué nos enojamos con Dios cuando las cosas están mal, si creemos que Él es Todopoderoso?


En esta publicación, te presentaré lo que considero que podría ser el origen de nuestro malestar con Dios cuando las cosas no salen bien en la vida.


Un viaje maravilloso con un resultado inesperado

Hace dos semanas, mi esposo y yo nos fuimos de vacaciones a Ocean City (área de playa del estado de Maryland en Estado Unidos). Disfrutamos de una semana de sol. Corrimos todos los días. Fuimos a la playa todos los días para tomar el sol y sumergirnos en el mar. Fuimos a restaurantes nuevos. Comimos el mejor helado de la ciudad. En fin, ¡nos relajamos y nos divertimos mucho!


Nuestras vacaciones nos llenaron de energía física y mental para regresar a nuestra rutina. Sin embargo, dos días después de regresar de nuestras vacaciones, terminamos en la sala de urgencias porque mi esposo tenía un dolor intenso en el pecho y la parte superior de la espalda. Después de varios exámenes, el doctor dio un diagnóstico positivo para COVID. Luego de salir del hospital, inició el proceso de recuperación. Tuvimos que cambiar nuestra rutina para que mi esposo pudiera recuperarse. Las tareas de cocina, limpieza, compra y otras cosas que solemos hacer juntos, las hacía yo sola. Ah, se me olvidó decirte que dos días después, yo también di positivo a COVID.


Sinceramente, me cuestioné por qué teníamos que pasar por esto después de unas vacaciones relajadas y divertidas. Pasamos de estar relajados, a estar enfermos. Estábamos listos para volver al trabajo y retomar nuestras actividades diarias. Pero no sucedió como esperábamos. Y, precisamente cuando las cosas no salen como esperamos, nos cuestionamos, nos enojamos o nos sentimos incómodos. Considero que lo mismo nos pasa con Dios.


Nuestras expectativas y Dios

La vida que Dios desea que vivamos es una vida de abundancia (Juan 10:10). Para la fe cristiana, una vida abundante o plena no está exenta de momentos difíciles. El mensaje de la Biblia es que podemos superar cualquier cosa porque tenemos a Dios a nuestro lado. El problema está cuando pensamos que convertirnos en seguidores de Cristo eliminará cualquier tipo de dolor, enfermedad, malestar o problema. Esta es una expectativa equivocada.


Las expectativas provienen de nuestras creencias. Creemos que algo sucederá o que debería ser de cierta manera, especialmente, de la manera en que creemos que debe suceder. Desafortunadamente, cuando eso no sucede, nos decepcionamos con los resultados y, en lugar de buscar opciones o lo que podemos aprender de la adversidad, tendemos a frustrarnos con Dios, nuestra fe y otras personas.


En relación a nuestras expectativas y Dios, podemos decir que hay dos formas de pensar que nos llevan a desarrollar emociones negativas hacia Dios cuando las cosas salen mal. 


  1. Creemos que podemos evitar el sufrimiento porque somos seguidores de Cristo.


Sufriremos en esta vida terrenal (Juan 16:33). Las cosas malas, que no nos gustan, que no necesitamos ni queremos, sucederán. Sin embargo, la belleza y la promesa de nuestro Dios es que Él nos consolará, guiará y ayudará en los momentos difíciles. 


Tomemos como ejemplo la vida de Job. Era devoto a Dios. Seguía los mandamientos de Dios. Tenía una familia, una casa, tierras, animales y amigos. Era respetado por los demás. No tenía ningún problema con nadie. Tenía una vida plena. Y un día, perdió todo lo bueno que poseía sin motivo alguno. Tuvo conversaciones difíciles con Dios para comprender el propósito de su sufrimiento. En esas conversaciones, Job comenzó a ver su sufrimiento de otra manera. Aprendió que su fe y confianza en su Señor y Creador eran más valiosas e importantes que las cosas que son finitas y temporales.


  1. Esperamos que las cosas funcionen como queremos, incluso Dios.


Considero que el 99% de las veces queremos que las cosas sucedan a nuestra manera. Creemos que tenemos la respuesta, la idea y la sugerencia correcta y todos deberían hacer lo que decimos. Ahora bien, cuando los resultados no son los que esperábamos, nos sentimos frustrados, molestos y decepcionados. Inclusive, culpamos a otras personas de lo que estamos atravesando. De la misma manera, esperamos que Dios actúe como mejor nos parece. Actuamos como si fuera nuestro hijo o nuestra hija. Le decimos cómo debe comportarse o proceder en nuestra vida. Y, de no hacerlo así, estará en problemas con nosotros.


Esta forma de pensar nos lleva a dudar de que Dios tenga poder y autoridad sobre nuestras vidas. Es peligroso pensar así, ya que no podemos controlar a Dios. Nuestra fe nos ayuda a afrontar y superar las dificultades. En momentos en los que necesitamos ayuda, sería contraproducente alejarnos de la fuente de nuestra fuerza y consuelo, Dios.


Comencemos por reconocer que los caminos de Dios son mejores que los nuestros (Isaías 55:8-9) y confiemos en que Él nos dará las soluciones en momentos de necesidad. ¡Esa es una expectativa 100% verdadera!


Palabras finales

Te invito a que te preguntes lo siguiente: “¿Estoy esperando que Dios actúe como yo quiero?”. Si tu respuesta es afirmativa, te animo a recordar Isaías 55:8-9, donde el Señor te dice: 8 “Porque mis pensamientos no son los de ustedes ni sus caminos son los míos” afirma el Señor. 9 “Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!”. El camino de Dios siempre será mejor.


Da un salto de fe

¿En qué áreas de tu vida te has enojado con Dios porque las cosas no salieron como esperabas? Después de pensar en esto, ora lo siguiente:


Creador y Señor de mi vida, perdóname por las veces que me molesto contigo. Hoy reconozco que el sufrimiento es parte de la vida y que no puedo evitarlo. Acepto que no todo saldrá como yo quiero. En esos momentos, recuérdame que no estoy solo(a) cuando enfrento un momento difícil. Te tengo a ti. Tú me cuidarás. Tú eres mi fuerza y mi fortaleza. En el nombre de Jesús, amén.


Aviso: El contenido de esta publicación son expresiones y pensamientos estrictamente de la escritora. Faith Driven Journey y su escritora no reciben ningún tipo de comisión al compartir libros, enlaces a páginas de internet o productos mencionados en las publicaciones. Cada recurso es compartido debido a su efectividad y guía provista hacia la escritora o es una recomendación de familiares, amigos y lectores o tiene buena reseña en internet, revistas o periódicos. De adquirir algún tipo de comisión, se informará en la publicación correspondiente. También, aunque este blog está relacionado a la fe y vida cristiana, no se afilia a ninguna denominación o iglesia.



2 comentarios


Invitado
06 ago

El conocimiento de la palabra de Dios es importante, no podemos servir a un Dios que no conocemos. Cometeremos muchos errores y tendremos expectativas incorrectas.

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faithdrivenjourney
07 ago
Contestando a

¡💯 de acuerdo! Al conocer al Dios que le servimos, entenderemos que aunque ocurran cosas que no nos agraden, nuestro Señor es nuestra única esperanza y hará que todo obre para bien. ¡Gracias por tu comentario! Dios te bendiga.

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